APERTURA AL SILENCIO POR LAS SENSACIONES.-
Intentaremos adentrarnos en el silencio por la sensación. Tengo una idea, un esquema de mi cuerpo con
esa idea no puede penetrar en el silencio.
Tendré que comenzar por deshacer ese esquema imaginario. Lo único que me vale es el contacto directo
con mis sensaciones. Un contacto
verdadero requiere una conciencia verdadera.
Dejemos todos los juicios sobre el cuerpo entre paréntesis. Olvidados,
para descubrir la realidad física tal cual es.
En esa aproximación a la realidad lo esencial es “darme cuenta”, ya que
la realidad desde cualquier aspecto, también desde el físico, es conciencia. Para abrirnos a ella tendremos que hacerlo a
través de nuestra conciencia. La
conciencia autentica de la sensación es un estado vital de la alegría.
El primer encuentro que tengo con la realidad por la sensación, es una
vivencia serena y gozosa. Puedo
olvidarme del concepto de cuerpo material, en el que estaba encerrado. La
sensación me ha abierto las puertas en todas las direcciones del espacio sin
límites.
Nuestro cuerpo no es una entidad material separada de otras entidades,
nuestro cuerpo es un campo energético, una vibración, dentro de otro cuerpo más
amplio. O diremos que es la energía
inteligente y divina, organizada de cierta manera y según nuestro estado de
conciencia vigilica.
Con gran paciencia cada vez que me encuentro en el pensamiento, vuelvo
a la sensación. Me doy cuenta de las
sensaciones, sin pensar, sin imaginar, sin interpretar, sin representar, sin
juzgar nada. Solo darme cuenta de la que
está ahí.
Muy relajadamente empiezo a sentir las sensaciones que aparecen en este
momento. El contacto de una zona del
cuerpo con la silla, constato si hay tensión en los brazos, en las pierna, si
hay alguna la he creado yo por el impulso de apretar, de coger; lo verifico y
entonces suelto tranquilamente todo lo que he encontrado.
La experiencia de inquietud que estaba conteniendo algunas emociones
del pasado, ya no tiene razón para permaneces ahí. Ahora estoy en paz. Se están integrando serenamente todas las
sensaciones que no son sino energía contenida, en una sensación global, en una
energía liberada.
Dejo que mi cabeza se abra y se expanda en la claridad sin límites. Doy libertad a mi pecho para que la energía que hay en él se
amplíe en todas direcciones. Como si
saliera de sus límites y se perdiera con el espacio que hay alrededor.
Noto la amplitud de mi vientre expandido, dejo que se afloje más y más
al ritmo de la respiración. Descubro
este movimiento espontaneo al entrar y salir el aire. Lo observo cuidadosamente y veo como surge
del silencio y desemboca otra vez en ese mismo silencio. Una intensa paz, estabilidad, fuerza y
energía potencial aparece en mi conciencia mientras observo el ritmo armonioso
y sereno de mi respiración. Me mantengo
en esta actitud de observación tranquila y cuidadosa, mientras las sensaciones
aparecen y desaparecen a partir de la energía originaria. Estoy descubriendo la vida en mí. Es una potencia sin límites que puede
expandirse en cualquier dirección. Soy
esa energía gozosa. Y todas las sensaciones
al irse en libertad dejan al descubierto esta alegría serna y profunda. En este descubrimiento hay una gran paz. Y soy esa vida que fluye como un torrente
libre.
Observo la respiración y la intensifico algo. Respiro más profundamente. El descubrimiento de la vida en el silencio
en este instante me abre a nuevas posibilidades. Observo esta energía potencial y compruebo
como el ritmo de la respiración es la puerta de entrada hacia adentro y también
la expansión hacia afuera. Muy despierto
y libre por dentro, consciente de la energía que soy, sigo observando la
respiración y voy abriendo los ojos tranquilamente.
Liberación desde el origen
En la evidencia de la verdad se integran todas las zonas de la mente. Se intuye una verdad y se hace un silencio en
la mente, en ese silencio, en la luz de ese silencio se iluminan y se ponen en
su lugar todas las zonas del psiquismo.
Nos situamos ante la Presencia que descubrimos, ante aquello que es
nuestra naturaleza real. A esto se ha
llamado meditar.
Hemos descubierto ese estado de conciencia nuevo y es lo único que
interesa a nuestra mente en estos momentos.
Ante la intuición de esta verdad las zonas superficiales de la mente,
los pensamientos, se quedan en silencio.
La fuerza de la verdad vivenciada ahora, es suficiente para mantener mi
atención.
Inmóvil y en silencio contemplo la presencia de lo real, aquí en este
instante. En que puede distraerse mi
pensamiento si no veo nada real sino esta presencia? Que es lo que añoro, que
anhelo, que deseo, si la realidad total esta aquí en este punto de conciencia
lucida? Que busco con el pensamiento fuera de lo real? Que me puede distraer si estoy descubriendo
la plenitud de mi propio ser?
Serena y silenciosamente abro mi mente y mi corazón a este instante sin
tiempo. Todo sonido, toda sensación,
todo pensamiento surge de este silencio fundamental que ahora estoy
descubriendo. Es el origen de todo lo
que aparece en mi conciencia.
Lo que intento retener, sujetar, me impide vivir libremente la plenitud
que soy en el silencio de mi conciencia.
Ahora puedo soltarlo todo y ser libre.
Puedo soltar lo que mantenía cogido y quedarme en silencio ante la
verdad de este momento presente. Mi
mente se queda respetuosamente en silencio contemplando la verdad.
Es necesaria una gran energía para contemplar. Y esa energía se produce libre y
sencillamente en la mente silenciosa. Al
contemplar, la mente se hace creativa.
No puede haber creación cuando la energía se malgasta en el conflicto
psicológico. El silencio del psiquismo
permite la contemplación que despierta la creatividad.
Realmente todo lo que nos sucede esta ya determinado por el momento de
evolución de nuestra conciencia.
Queríamos tener una vida maravillosa y no nos damos cuenta de que lo que
anhelamos está ya en la conciencia.
Queremos cambiar la vida por fuera sin darnos cuenta de que eso no es
posible. Este error lo cometemos una y
otra vez. Y es que tenemos que cambiar
la proyección, porque mientras nuestra mente no cambie, mientras no haya una
revolución en nuestro interior, estaremos proyectando siempre la misma
película. Para ello tenemos que saber de
que está hecha la proyección, y la proyección está hecha solo de luz, de la luz
que es nuestra verdadera naturaleza.
Esto es tan abstracto que nuestra mente no se lo puede creer. Solamente vivenciando el silencio llegamos a
descubrir lo divino, lo sagrado, la realidad absoluta que somos. Estoy aquí ahora, pero que es lo que
realmente soy? No soy estos pensamientos cambiantes que pasan por mi mente y
que no sé de donde vienen. No soy estas
sensaciones de mi cuerpo que aparecen y desaparecen. No soy esos sentimientos, estas emociones,
sentirme bien o sentirme mal, que son pasajeros. Donde esta lo permanente en mi? Si me quedo en el “darme cuenta” el silencio
cobrar vida para mi, será algo creativo que me llevara a lo que realmente soy,
aquello desconocido que está por descubrir.
Cuando empiezo a escuchar serena y cuidadosamente el silencio que está
detrás de todas las voces conocidas, dejo de entretenerme en cambiar las
situaciones de mi vida y las de los demás.
Descubro el valor, hasta entonces desconocido para mí, de la observación
silenciosa. Compruebo así lo sencillo
que es vivir en un estado de meditación, porque la mente meditativa es el
estado natural de la mente creativa.
Comprendo entonces que la vida es algo que se está inventando a cada
latido de mi corazón.
Si la vida es una creación constante ¿de quién? ¿Sera mía? La
experiencia seguramente ya me ha mostrado que justo cuando quiero hacer la vida
a mi manera, es cuando no surge nada creativo.
Interpretando la existencias con ideas preconcebidas, y tratando de que
las circunstancias se amolden a mi voluntad condicionada aparece algo carente
de sentido, un complicado desorden. Sin
embargo, al vaciarme de mis intenciones egocéntricas, al vaciar mi mirada de
creaciones imaginarias queda transparente a la luz creadora de la vida una.
Cualquier creación de mi mente egocéntrica es errónea, desordenada.
Texto tomado del libro
"El Silencio Creador" de Consuelo Martin Diaz.